A día de hoy, mantengo una postura pesimista respecto a las criptomonedas. Considero que estamos cerca del punto máximo o quizás ya lo hemos alcanzado. En el mejor de los casos, mi predicción optimista contempla un valor máximo de 120.000 dólares para el Bitcoin, con un posible exceso que podría llegar a los 150.000 dólares. Sin embargo, considero poco probable alcanzar estos valores, y ahora es el momento de asumir riesgos únicamente para aquellos que puedan soportar una fuerte corrección.
No comparto la visión del grupo que proclama que Bitcoin alcanzará un millón de dólares este año. ¿Es posible que llegue a esa cifra? Sí, pero no en este ciclo. La única forma en que Bitcoin podría alcanzar valores tan elevados sería en un escenario de hiperinflación extrema, donde, por ejemplo, una cerveza en un bar costase 100.000 dólares. Sin embargo, no espero que se materialicen escenarios apocalípticos como el colapso del dólar o una crisis económica mundial de proporciones catastróficas, tan populares entre ciertos analistas de internet.
Por otro lado, Bitcoin podría alcanzar ese millón de dólares después de tres halving adicionales, es decir, en aproximadamente 12 años, siempre y cuando se den las condiciones económicas y geopolíticas ideales. Este crecimiento implicaría una revalorización anual compuesta del 25%, algo ciertamente interesante, pero que dista mucho de la fantasía de los entusiastas del Bitcoin que esperan llegar al millón de dólares para Navidad. ¿Un millón para Navidad? No lo creo.
¿Un millón en algún momento lejano del futuro? Tal vez.
¿Será Bitcoin siempre el líder indiscutible?
En una conversación reciente con Davin Linn en su canal de YouTube, mientras debatíamos con el conocido defensor del Bitcoin, Samson Mow, surgió una cuestión fundamental que los entusiastas de las criptomonedas deberían plantearse: ¿Es probable que Bitcoin siga siendo la criptomoneda dominante para siempre? ¿Será el primer criptoactivo “El Elegido”, como Neo en Matrix? Es posible, pero también lo es lo contrario. La mera posibilidad de que Bitcoin sea superado en el futuro debilita significativamente la idea de que pueda alcanzar el millón de dólares por unidad en circunstancias económicas normales.
Además, mi escepticismo se refuerza al no ser partidario de un sistema monetario deflacionario. La historia nos muestra que el dinero duro no siempre tiene buenos resultados. Basta con recordar los días en que las economías se enfrentaban a la conocida expresión “crucificadas en una cruz de oro”. Un vistazo al movimiento por la “libre acuñación de plata” en Estados Unidos, a finales del siglo XIX, revela que no todo lo que brilla es necesariamente una buena moneda.
La historia del dinero ofrece lecciones valiosas, y cualquiera que esté considerando invertir en Bitcoin cuando alcance los 100.000 dólares debería estudiarla antes de arriesgar ahorros importantes, como el fondo universitario de sus hijos, en esta criptomoneda.
Reflexión final
Bitcoin, como pionero en el mundo de las criptomonedas, ha demostrado ser una tecnología disruptiva y un fenómeno global. Sin embargo, confiar ciegamente en su perpetuo liderazgo o en promesas de rentabilidad desmesurada puede ser un error costoso. El futuro de Bitcoin, al igual que el de cualquier activo financiero, dependerá no solo de la tecnología subyacente, sino también de factores económicos, políticos y sociales que están lejos de ser predecibles.